viernes, 10 de mayo de 2013

Todos somos clientes en algún momento

Esta semana ya está llegando a su fin laboralmente, aunque la mente no nos permita luego relajarnos completamente. Ha habido momentos buenos, malos, gente amable, gente nueva, nosotras cómo siempre intentando superarnos.

El martes me sorprendió que la gente estaba especialmente mohina,  cuando estás en la calle intentado prestar tus servicios y buscando clientes nuevos, esto a veces se acrecenta, parece que hay días, zonas y horas que el universo se pone en contra y dice algo así cómo " venga gente borde salid a la calle". Me pasó una cosa muy curiosa, me dirigí a una empresa, antiguo cliente y al comunicarle a la señorita de recepción que solamente quería dejarle un catálogo de materiales de embalaje, que antes eran productos que utilizaban y que probablemente le viniera bien, me contestó en un tono prepotente, llena de poder que "no creo que te llamen, que lo necesiten , ni que nos valga para nada...", toma ya. Bueno, eso que me pilla con la moral muy alta, sonreí y le dije pues nada, de todas formas "muchísimas gracias " y ahí te lo dejo.
Luego reflexionando, "confesandome" con Elena, ella en la oficina es mi valvula de escape estando yo en la calle...pensamos que realmente ella estaba amargada, qué le ibamos hacer y encima dejaba su poca educación a la vista.
Por qué la gente es tan desagradable a veces, si tu unas veces estás en un lado del mostrador, y otras veces en otro, un día eres proveedor y otro eres cliente, qué sabes tú que vas a necesitar mañana, si yo no quiero a nadie que me atienda para desayunar o cenar con él, pero un mínimo de respeto y de educación, en el banco en el super, en la empresa.

Un día leí un artículo de Perez Reverte que me encantó, contaba que en su super de todos los días que las cajeras eran unas amargadas, y te tiraban las cosas a la cara... ¿te suena?, pues llegó un día y había una cajera nueva, sudamericana para más datos, por supuesto le dio los buenos días, le sonrió, le ayudo con la compra y le deseó que pasara un buen día. Perez Reverte salió tan contento de la tienda y así volvió todos los días, oye así da gusto. Por supuesto llego una mañana en que él al saludar a la cajera y sonreirla vio que esta ponía la misma cara de perro de sus compañeras, y lamentadolo mucho Arturo le comentó " vaya por dios, con todo lo bueno que tenemos en mi país y lo primero que has imitado es el mal carácter de tus compañeras amargadas", espero que la chica haya vuelto a sonreír.



Sonrie, vendas lo que vendas, todos vendemos algo
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